El poder de la voluntad es superior a la voluntad del poder de hacernos perder la voluntad.

La vida en si misma no tiene sentido ni valor ni finalidad, solo nosotros a lo largo de nuestra existencia le brindamos un sentido, le damos un valor y le asignamos una finalidad. Todo lo que nos dicen que debe ser la vida, carece de "valor y sentido"; la vida debe ser lo que elijamos que sea.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Marx y la religión

“La religión es el opio de los pueblos”

ALIENACIÓN RELIGIOSA

LA RELIGIÓN ES UNA FORMA DE ALIENACIÓN PORQUE ES UNA INVENCIÓN HUMANA QUE CONSUELA AL HOMBRE DE LOS SUFRIMIENTOS EN ESTE MUNDO, DISMINUYE LA CAPACIDAD REVOLUCIONARIA PARA TRANSFORMAR LA AUTÉNTICA CAUSA DEL SUFRIMIENTO (QUE HAY QUE SITUAR EN LA EXPLOTACIÓN ECONÓMICA DE UNA CLASE SOCIAL POR OTRA), Y, ADEMÁS, LA MAYORIA DE LAS RELIGIONES LEGITIMAN DICHA OPRESIÓN. Marx considera que la experiencia religiosa no es una experiencia de algo realmente existente. Pero La religión tiene que ser estudiada objetivamente, esto quiere decir que, desde su punto de vista, tenemos que estudiar la religión como estudiamos cualquier otra manifestación humana, tratando de ver su relación con otras experiencias humanas y, particularmente, en relación con las condiciones económicas y sociales de la sociedad que la ha gestado. En esta línea, Marx critica la religión por considerarla una forma de alienación. La religión es una forma de alienación en tres sentidos:
• por una parte porque es una experiencia de algo irreal, es una experiencia de algo que no existe. Siguiendo a Feuerbach, Marx considera que no es Dios quien crea al hombre sino el hombre a Dios. Recordemos el esquema básico de toda alienación: el sujeto realiza una actividad que le hace perder su propia identidad, su propio ser; bien por su actividad, bien por el objeto creado mediante ella, en la alienación el sujeto se anula a sí mismo. Según Marx, esto es precisamente lo que ocurre en la religión: el hombre toma lo que considera mejor de sí mismo (voluntad, inteligencia, bondad, ...) y lo proyecta fuera de sí, en el ámbito de lo infinito; a su vez, esta proyección se vive como una realidad que se enfrenta al propio sujeto que la ha creado. Si la religión supone la existencia de Dios como algo infinito, lo hace oponiendo a ella el mundo finito, incluido el hombre mismo, desvalorizando su propio ser y su propio destino, desvalorizando el mundo humano frente a la calidad absoluta de la realidad trascendente o divina, realidad, por otra parte, dice Marx, meramente inventada por el hombre;
• pero la religión también es alienación porque desvía al hombre del único ámbito en donde le es realmente posible la salvación y felicidad, el mundo humano, el mundo de la finitud expresado en la vida social y económica. Al consolar al hombre del sufrimiento que en este mundo le toca vivir, sugiriendo en él que en el otro mundo le corresponderá la justicia y la felicidad plena, le resta capacidad, energía y determinación para cambiar las situaciones sociales, políticas y económicas que son las realmente culpables de su sufrimiento. En este sentido Marx dice que la religión es el “opio del pueblo”, pues, en definitiva, adormece el espíritu revolucionario que de otro modo tendría el ser humano;
• finalmente, su crítica a la religión se extiende también al hecho de que la religión suele tomar partido, pero no por las clases desfavorecidas sino por la clase dominante, perpetuando a ésta en el poder, legitimando el estado de cosas existente, dando incluso, en casos extremos, justificaciones teológicas al dominio de un grupo social sobre otro.
Por las razones citadas, Marx consideró que era necesaria la superación de la religión y que ésta pasa realmente por la superación del sistema de clases sociales: la diferencia con respecto a Feuerbach se centra precisamente en esta cuestión, pues para Feuerbach la supresión de la religión era posible con su superación intelectual, con la crítica filosófica a la religión; Marx creyó que era necesario, además y fundamentalmente, la modificación de las condiciones económicas que la han hecho posible, es decir, la desaparición del orden social creado a partir de la existencia de la propiedad privada. En la sociedad comunista no existirá la religión pues en esta sociedad no existirá la alienación, y ya se ha dicho que la religión aparece como consecuencia de la alienación.
Marx, crítica a la religión por ser expresión de la alienación humana y sostiene la defensa del hombre ante toda forma de divinidad alienante.

"El fundamento de la crítica irreligiosa es: el hombre hace la religión; la religión no hace al hombre... La miseria religiosa es, de una parte, la expresión de la miseria real, y, de otra parte, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura agobiada, el estado de ánimo de un mundo sin corazón, porque es el espíritu de los estados de cosas carentes de espíritu.
Karl Marx, Crítica de la filosofía del derecho de Hegel

viernes, 10 de septiembre de 2010

Breve reflexión sobre Freud y Nietzsche

A partir de leer a Freud, brota en mi la comparación con Nietzsche. Me resulta ineludible construir lazos entre estos psicólogos que lucharon por desocultar las profundidades de la mente, ambos reflexionaron sobre las consecuencias de la represión de los instintos (o pulsiones en Freud). Y sobre este tema tratara mi breve reflexión.
La obra de estos gigantes del pensamiento nos conduce a ver los fenómenos, en donde intervienen seres humanos, de otra manera. Veamos hasta que senderos nos conduce su pensar…

Combaten con su crítica a la ingenuidad (o hipocresía) de aquellos que sostienen que los humanos son seres “buenos” y altruistas por naturaleza. Demostrando que en realidad, los humanos no nacen “buenos”, sino que se hacen dóciles, “racionales”, piadosos y pasivos debido a la influencia de la educación. Esta genera una reforma del carácter, transformando a la criatura egoísta, que es puro instinto, en un ser social, es decir, domesticado.

Los instintos irracionales (crueles, violentos, egoístas, “malignos”) que dominan a los humanos en los comienzos de su existencia, son reprimidos, pero no eliminados. Esto explica las acciones impulsivas, aparentemente sin motivos, de las personas civilizadas que cada tanto salen a la luz. El fanatismo, la exacerbación, el delirio, el apasionamiento o entusiasmo se explican y se relacionan con esta represión que deja latente las emociones primitivas o animales.

La represión por lo tanto, es el factor principal que interviene en el proceso de conformación de las personas “buenas”. Para ser “buenos”, entonces, es necesario reprimir nuestros deseos. Debemos, pues, apagar nuestros instintos, sofocar nuestra fogosidad; suprimir o dejar de lado nuestras pasiones. Esto conduce a la transformación de las personas en animales enfermos, que son incapaces de ser plenamente felices.

La liberación de estas cadenas que oprimen nuestros deseos instintivos pondría en riesgo a la sociedad tal como la conocemos. Sin embargo: ¿no es mejor perder el miedo a la libertad y entregarnos a los placeres, que seguir obedeciendo a la moral de esclavos que nos limita la existencia?