El poder de la voluntad es superior a la voluntad del poder de hacernos perder la voluntad.

La vida en si misma no tiene sentido ni valor ni finalidad, solo nosotros a lo largo de nuestra existencia le brindamos un sentido, le damos un valor y le asignamos una finalidad. Todo lo que nos dicen que debe ser la vida, carece de "valor y sentido"; la vida debe ser lo que elijamos que sea.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Por la libertad

Atormentadores espantapájaros
Que asustan a las aves que buscan la alegría
Ellos quietos, como dormidos de día
Espantan la dicha, el amor y la autonomía

¿Qué pretenden esos muertos vivos?
¿Acaso no se conforman con perturbar?
Quieren absorber nuestra sangre calida
¡Malditos murciélagos y mosquitos venenosos!
Que contaminan y enfrían nuestra sangre
Pero aún nosotros queremos volar ¡y volaremos!

No le tengo miedo al que quiere asustarme
Mediante la quietud y el silencio del resentimiento
Su imperceptible venganza busca encadenarme
Pero no pueden ocultar su repugnante secreto

Sólo quieren ensuciar los ríos de vitalidad
Que fluyen por senderos secos y mojados
No saben que la resistencia consiste en morir
Antes que entregarse a la forzada servidumbre
Algunos prefieren la indiferencia tranquilizadora
Posibilitada por la invisible fuerza de la costumbre

Sin embargo: ¡nosotros preferimos la lucha!
No nos entregaremos jamás, no los dejaremos
La guerra consiste en recuperar lo que nunca
Hemos tenido y creemos que nos merecemos

¿Ingenuidad del animal “inteligente”
O perversidad de una especie degenerada?
Quiero ser un maldito impertinente,
Gritar que todo carece de un destino,
La incertidumbre se devora a las certezas
Y que el futuro es oscuro, pero prometedor

Yo sé que no quiero vivir sin morir
Lo efímero es lo que impulsa a existir
Perdamos la dignidad y la humildad
Seamos dueños de nuestra fatalidad

sábado, 4 de diciembre de 2010

No tengo tiempo para escribir, por esto expongo los pensamientos de otros....

El hombre que ha empezado a vivir más seriamente por dentro, empieza a vivir más sencillamente por fuera. (Ernest Hemingway)

Si alguna vez necesitan algo, por favor no duden en preguntarle a otra persona primero. (Kurt Cobain)

Me interesa cualquier cosa que tenga que ver con las revueltas, el desorden, el caos. Especialmente las actividades que parecen no tener sentido. (jim Morrison)

Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado. (Nietzsche)

La esclavitud más denigrante es la de ser esclavo de uno mismo. (Seneca)

La felicidad nos espera en algún sitio a condición de que no vayamos a buscarla.

La teología me divierte: la locura del espíritu humano se muestra allí en toda su plenitud.
(VOLTAIRE)

La crueldad lejos de ser un vicio es el primer sentimiento que imprime en nosotros la naturaleza.

Vive como si no fueras a morir nunca, actúa como si fueras a morir mañana. (Confucio)

Pienso que si existiera un Dios, habría menos maldad en esta tierra. Creo que si el mal existe aquí abajo, entonces fue deseado así por Dios o está fuera de sus poderes evitarlo. Ahora, no puedo temer a un Dios que es o malicioso o débil. Lo reto sin miedo y me preocupa un comino sus rayos. (...)La idea de Dios es el único error por el cual no puedo perdonar a la humanidad. (marques de Sade)

jueves, 2 de diciembre de 2010

Un poco de schopehauer para los humanistas........

El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales.

Para millones y millones de seres humanos el verdadero infierno es la Tierra.

El hombre es en el fondo un animal terrible y cruel; pero lo conocemos como ha sido domesticado y educado por lo que conocemos como civilización. Sin embargo, la educación no elimina la esencia de este terrible animal.

Por vida feliz hay que entender siempre "menos desdichada"; es decir, soportable. Y realmente, la vida no se nos ha dado para gozarla, sino para sufrirla, para pagarla.

El que no ama ya esta muerto.

Quien ha perdido la esperanza ha perdido también el miedo: tal significa la palabra "desesperado".

Los hombres vulgares han inventado la vida en sociedad porque les es más fácil soportar a los demás que soportarse a sí mismos.

Desear la inmortalidad es desear la perpetuación de un gran error.

El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad.

Las religiones, como las luciérnagas, necesitan de oscuridad para brillar.

La conmiseración con los animales está íntimamente ligada con la bondad de carácter, de tal suerte que se puede afirmar seguro que quien es cruel con los animales, no puede ser buena persona. Una compasión por todos los seres vivos es la prueba más firme y segura de la conducta moral.

con la mayor parte de nuestros conocidos no volveríamos a intercambiar una sola palabra si oyéramos lo que dicen de nosotros en nuestra ausencia

Grita la gente por la condición melancólica y desconsolada de mi filosofía. Pero eso se debe meramente a que yo, en vez de fabular un infierno futuro, como equivalente de los pecados de la gente, he mostrado que ya hay algo de infernal allí donde está el pecado: en el mundo.

El medio más seguro de no llegar a ser muy infeliz es no pretender ser muy feliz.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Algunos aforismos para mantener con vida la llama de este espacio.

La creencia en la salvación por la fe es el principal obstáculo que impide la autentica salvación.



"El revolucionario es un hombre perdido. No tiene intereses propios, ni causas propias, ni sentimientos, ni hábitos, ni propiedades; no tiene ni siquiera un nombre. Todo en él está absorbido por un único y exclusivo interés, por un solo pensamiento, por una sola pasión: la revolución." / Catecismo del revolucionario (1869, Serguéi Gennádevich Necháiev , 1847-1882)

• "Es tonto arrepentirse de cualquier cosa y simplemente pusilánime dejar de hacer algo que realmente se desea" M. de Sade

La astucia de los tiranos consiste en embrutecer a sus súbditos
La primera razón de la servidumbre voluntaria es la costumbre (La Botie)

• *Vale más actuar exponiéndose a arrepentirse de ello, que arrepentirse de no haber hecho nada. Giovanni Boccaccio*

miércoles, 27 de octubre de 2010

Aforismos que nacen de experiencias anormales, que emergen del desenfreno del pensamiento.

*Deberíamos expropiarnos a nosotros mismos, quizás así: desnudos, indigentes y desorientados en el abismo de lo absurdo nos encontremos a nosotros mismos; en la carencia y el despojo hallaríamos la riqueza, en la desnudez la liberación de la inhibición y en el amor a la simple existencia autentica la salvación de la perdición.

* Vida llena de enigmas y absurda, deseo con fuerza encontrarte para perder mi conciencia en tu misteriosa esencia.

Este es un poema que le escribi a una querida "amiga":

Que amable es la amargura de la fusión fallida de horizontes
Me deja triste, solo y desconcertado, pero aún con esperanzas
La hipocresía e inhibición se apoderan de mi deseo de sinceridad
Ho, Cobardía para amar con pasión que denominamos amistad

¿Donde esta el sendero que me aleje por un rato de la soledad?
Espero tu llegada, con tu mirada brillante, bella y atrapante
¡Ven a mi! deseo tu presencia para lograr la trascendencia
Perdida del sentido de realidad llamada belleza excesiva


¿Donde estas? ¡Quiero perder mi yo en tu pequeño cuerpo!
Que débil es mi razón ante la invasión de la pasión
Ya no se como alejar de mi lado a la autodestrucción
Quisiera huir lejos de todo para perderme en la nada

Ya perdí las certezas, me robaste mi última convicción
Me quedan mis ideas, mis versos, mi digna pobreza y
Los sueños desenfrenados que emergen en un día agitado
¡Déjame en paz! deseo absurdo que sólo anhela placer

jueves, 7 de octubre de 2010

Sartre: libertad y angustia en el existencialismo ateo

Libertad
Para Sartre, la categoría antropológica fundamental, el rasgo más típicamente humano.

la idea del hombre como un ser libre es una consecuencia inevitable del ateísmo. Según Sartre, los que conciben a Dios como creador lo identifican con un artesano superior, el artesano del mundo: cuando Dios crea las cosas del mundo las crea a partir de la idea que se ha hecho de ellas, del mismo modo que el artesano crea un libro a partir de la idea que de él se ha formado, y por ello el hombre individual es una realización del concepto de hombre que Dios tiene en su mente. En la Edad Moderna la noción de Dios entra en crisis, pero no ocurre lo mismo con la idea de que la esencia precede a la existencia; y, en el caso concreto del hombre, se sigue pensando que existe la naturaleza humana, y a cada hombre como un ejemplo del concepto hombre, exactamente igual que cada libro concreto es un ejemplo del concepto libro. El existencialismo, añade Sartre, es un ateísmo coherente, pues afirma que “si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre... ¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo y que después se define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada. Sólo será después y será tal como se haya hecho. Así pues no hay naturaleza, porque no hay Dios para concebirla. El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere y como se concibe después de la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo.” Con estas tesis Sartre declara la peculiar posición del hombre respecto del resto de seres: empieza existiendo, no teniendo un ser propio, empieza siendo una nada, y se construye a sí mismo a partir de sus proyectos; el hombre es lo que ha proyectado ser. De este modo, Sartre relaciona la libertad con la falta de naturaleza: tener una naturaleza o esencia implica que el ámbito de conductas posibles están ya determinadas; que algo tenga una naturaleza quiere decir que el tipo de conductas posibles que le pueden acaecer está restringida o limitada por su propio ser; pero el hombre no tiene naturaleza, no tiene una esencia, por lo que es libre y es lo que él mismo ha decidido ser.


En “El existencialismo es un humanismo”,Sartre dice: "no se nace héroe o cobarde, al héroe siempre le es posible dejar de serlo, como al cobarde superar su condición". Estamos condenados a ser libres: condenados porque no nos hemos dado a nosotros mismos la libertad, no nos hemos creado, no somos libres de dejar de ser libres. Aunque todo hombre está en una situación, nunca ella le determina, antes bien, la libertad se presenta como el modo de enfrentarse a la situación (al entorno, el prójimo, el pasado). Ni siquiera los valores, la ética, se presentan como un límite de la libertad, pues en realidad, dice Sartre, los valores no existen antes de que nosotros los queramos, no existen los valores como realidades independientes de nuestra voluntad, los valores morales los crea nuestra determinación de hacer real tal o cual estado de cosas. Al escoger unos valores en vez de otros, la voluntad les da realidad. La libertad se refiere a los actos y voliciones particulares, pero más aún a la elección del perfil básico de mí mismo, del proyecto fundamental de mi existencia, proyecto que se realiza con las voliciones particulares.

Esta idea sartriana tiene dos importantes consecuencias:

hace al hombre radicalmente responsable: no tenemos excusas, lo que somos es una consecuencia de nuestra propia libertad de elección; somos responsables de nosotros mismos, pero también del resto de la humanidad; lo que trae consigo el sentimiento de angustia y, en los casos de huida de la responsabilidad, la conducta de mala fe;

hace del existencialismo una filosofía de la acción: de forma un tanto paradójica el existencialismo se presenta como una filosofía optimista; paradójica puesto que parecería que al declarar el carácter absurdo de la vida, el ser el hombre “una pasión inútil”, podría fomentar la pasividad, la quietud, pero dado que el hombre es lo que él mismo se ha hecho, dado que se declara que cada hombre es la suma de sus actos y nada más, nos incita a la acción, a ser más de lo que somos: no existe ningún ser que nos haya creado y que dirija nuestra conducta de uno u otro modo.

La reivindicación sartriana de la libertad es tan radical que le lleva a negar cualquier género de determinismo. No cree en el determinismo teológico, ni biológico ni social: ni Dios nos ha dado un destino irremediable, ni la Naturaleza ni la sociedad determinan absolutamente nuestras posibilidades, nuestra conducta. Somos lo que hemos querido ser y siempre podremos dejar de ser lo que somos. Los fines que perseguimos no nos vienen dados ni del exterior ni del interior, de una supuesta naturaleza, es nuestra libertad la que los elige.

AngustiaSentimiento que acompaña invariablemente al hombre pues es expresión de la conciencia de su inevitable libertad.

Para Sartre la libertad es la categoría antropológica fundamental: el hombre no es consecuencia de determinismo alguno, ni biológico, ni histórico, ni social, ni teológico; es una consecuencia de lo que él mismo ha decidido ser. Y este ser autor o responsable radical de uno mismo tiene varias efectos en el ámbito de los sentimientos; en “El existencialismo es un humanismo” describe tres afectos que acompañan a la libertad: la angustia, el desamparo y la desesperación.

La angustia: es el sentimiento más importante, hasta el punto de que Sartre llega a declarar que el hombre es angustia. Distingue la angustia del mero miedo: el miedo aparece ante un peligro concreto y se relaciona con el daño o supuesto daño que la realidad nos puede infligir; la angustia no es por ningún motivo concreto, ni de ningún objeto externo, es miedo de uno mismo, de nuestras decisiones, de las consecuencias de nuestras decisiones. Es la emoción o sentimiento que sobreviene con la conciencia de la libertad: al darnos cuenta de nuestra libertad nos damos cuenta de que lo que somos y lo que vamos a ser depende de nosotros mismos, de que somos responsables de nosotros mismos y no tenemos excusas; la angustia aparece al sentir­nos responsables radicales de nuestra propia existencia. Es muy importante también recordar que para Sartre esta conciencia de la responsabilidad se incrementa al darnos cuenta de que nuestra elección no se refiere solo a la esfera puramente individual: todo lo que hacemos tiene una dimensión social; cuando elegimos un proyecto vital estamos eligiendo un modelo de humanidad, no se puede elegir una forma de vida y creer que ésta vale sólo y exclusivamente para nosotros, no se puede desatender a la pregunta ¿y si todo el mundo hiciera lo mismo? Al elegir, afirma Sartre, nos convertimos en legisladores, por ello siempre nos deberíamos decir: “dado que con mi acción supongo que todo hombre debe actuar así, ¿tengo derecho a que todo hombre actúe así?”. Sartre nos recuerda que el sentimiento de angustia lo conocen todas las personas que tienen responsabilidades, y cita el caso del jefe militar que decide enviar a sus hombres al combate, sabiendo que tal vez los envía a la muerte; él es responsable del ataque, elige esta acción y la decide en soledad.

Podría parecer que la angustia, como miedo ante la elección de una posibilidad, lleva al quietismo o la inacción, pero, señala Sartre, esto no es así, al contrario: la angustia es expresión o condición de la acción misma pues si no tuviésemos que elegir no nos sentiríamos responsables ni tendríamos angustia. La angustia acompaña siempre al hombre, no sólo en los casos de decisiones extremas; sin embargo, cuando examinamos nuestra conciencia observamos que muy pocas veces sentimos angustia. Sartre explica esta circunstancia indicando que en estos casos lo que hacemos es huir de ella adoptando conductas de mala fe, no creyéndonos responsables de nuestras acciones.

El desamparo: este sentimiento es una consecuencia de la conciencia de la radical soledad en la que nos encontramos cuando decidimos: el elegir es inevitable, personal e intransferible. No podemos dejar de elegir (incluso cuando optamos por no elegir, elegimos no elegir, elegimos dejarnos llevar por la circunstancia, la pasión o la legalidad); somos nosotros los que elegimos: no vale excusarse indicando que estamos cumpliendo una orden de un superior o un mandato del Estado, siempre podríamos no hacerlo; sólo si no aceptamos nuestra libertad, sólo si nos consideramos como un eslabón más en la cadena causal de las cosas podemos creer que la elección viene de fuera, pero esto es una trampa, es una conducta de mala fe. No cabe refugiarse en la excusa de la fuerza de una pasión, o de la presión de una circunstancia o de la autoridad: somos libres, estamos condenados a ser libres, a elegir, y lo que hacemos depende de nosotros y sólo de nosotros. Nuestra decisión es intransferible y se hace en soledad también en otro sentido: los valores que dirigen nuestra elección los elegimos nosotros, o mejor, los inventamos: no existe una tabla de valores absoluta en la que podamos consultar lo correcto o incorrecto de nuestra decisión, en la que podamos apoyar nuestro juicio moral. Dios no existe, y por no existir Dios no existen valores morales absolutos, independientes de nuestra subjetividad, a priori: “en ningún sitio está escrito lo que debemos hacer; estamos en el plano de lo humano”; Sartre recuerda la frase de Dostoievsky “si Dios no existiera, todo estaría permitido” y declara que éste es el punto de partida del existencialismo. Todo está permitido si Dios no existe, y no hay excusas de ningún tipo para nuestras acciones. Ninguna moral puede presentar con detalle la conducta que debemos realizar, solo nos cabe inventarnos nuestra moral “el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar al hombre”.

La desesperación surge en relacion con que: "debemos comprometernos con un proyecto, debemos elegir nuestro ser, y esta elección no debe descansar en la esperanza de su realización inevitable pues sólo podemos contar con lo que depende de nuestra voluntad: el mundo no se acomoda necesariamente a nuestra voluntad, siempre hay factores imprevistos, siempre es posible que se trueque nuestra intención en algo totalmente distinto a lo previsto".

Esta filosofía de vida no es compatible con auqeellas personas que tienen miedo a la libertad, es por lo tanto, una filosofia para voluntades fuertes. Aceptar la libertad, como la entiende el existencialismo ateo, implica una transmutación radical de los valores vigentes... ¿te animas a recorrer este peligroso camino; a vivir en la incertidumbre de una aventura peligrosa propia de una existencia auténtica?

lunes, 27 de septiembre de 2010

Marx y la religión

“La religión es el opio de los pueblos”

ALIENACIÓN RELIGIOSA

LA RELIGIÓN ES UNA FORMA DE ALIENACIÓN PORQUE ES UNA INVENCIÓN HUMANA QUE CONSUELA AL HOMBRE DE LOS SUFRIMIENTOS EN ESTE MUNDO, DISMINUYE LA CAPACIDAD REVOLUCIONARIA PARA TRANSFORMAR LA AUTÉNTICA CAUSA DEL SUFRIMIENTO (QUE HAY QUE SITUAR EN LA EXPLOTACIÓN ECONÓMICA DE UNA CLASE SOCIAL POR OTRA), Y, ADEMÁS, LA MAYORIA DE LAS RELIGIONES LEGITIMAN DICHA OPRESIÓN. Marx considera que la experiencia religiosa no es una experiencia de algo realmente existente. Pero La religión tiene que ser estudiada objetivamente, esto quiere decir que, desde su punto de vista, tenemos que estudiar la religión como estudiamos cualquier otra manifestación humana, tratando de ver su relación con otras experiencias humanas y, particularmente, en relación con las condiciones económicas y sociales de la sociedad que la ha gestado. En esta línea, Marx critica la religión por considerarla una forma de alienación. La religión es una forma de alienación en tres sentidos:
• por una parte porque es una experiencia de algo irreal, es una experiencia de algo que no existe. Siguiendo a Feuerbach, Marx considera que no es Dios quien crea al hombre sino el hombre a Dios. Recordemos el esquema básico de toda alienación: el sujeto realiza una actividad que le hace perder su propia identidad, su propio ser; bien por su actividad, bien por el objeto creado mediante ella, en la alienación el sujeto se anula a sí mismo. Según Marx, esto es precisamente lo que ocurre en la religión: el hombre toma lo que considera mejor de sí mismo (voluntad, inteligencia, bondad, ...) y lo proyecta fuera de sí, en el ámbito de lo infinito; a su vez, esta proyección se vive como una realidad que se enfrenta al propio sujeto que la ha creado. Si la religión supone la existencia de Dios como algo infinito, lo hace oponiendo a ella el mundo finito, incluido el hombre mismo, desvalorizando su propio ser y su propio destino, desvalorizando el mundo humano frente a la calidad absoluta de la realidad trascendente o divina, realidad, por otra parte, dice Marx, meramente inventada por el hombre;
• pero la religión también es alienación porque desvía al hombre del único ámbito en donde le es realmente posible la salvación y felicidad, el mundo humano, el mundo de la finitud expresado en la vida social y económica. Al consolar al hombre del sufrimiento que en este mundo le toca vivir, sugiriendo en él que en el otro mundo le corresponderá la justicia y la felicidad plena, le resta capacidad, energía y determinación para cambiar las situaciones sociales, políticas y económicas que son las realmente culpables de su sufrimiento. En este sentido Marx dice que la religión es el “opio del pueblo”, pues, en definitiva, adormece el espíritu revolucionario que de otro modo tendría el ser humano;
• finalmente, su crítica a la religión se extiende también al hecho de que la religión suele tomar partido, pero no por las clases desfavorecidas sino por la clase dominante, perpetuando a ésta en el poder, legitimando el estado de cosas existente, dando incluso, en casos extremos, justificaciones teológicas al dominio de un grupo social sobre otro.
Por las razones citadas, Marx consideró que era necesaria la superación de la religión y que ésta pasa realmente por la superación del sistema de clases sociales: la diferencia con respecto a Feuerbach se centra precisamente en esta cuestión, pues para Feuerbach la supresión de la religión era posible con su superación intelectual, con la crítica filosófica a la religión; Marx creyó que era necesario, además y fundamentalmente, la modificación de las condiciones económicas que la han hecho posible, es decir, la desaparición del orden social creado a partir de la existencia de la propiedad privada. En la sociedad comunista no existirá la religión pues en esta sociedad no existirá la alienación, y ya se ha dicho que la religión aparece como consecuencia de la alienación.
Marx, crítica a la religión por ser expresión de la alienación humana y sostiene la defensa del hombre ante toda forma de divinidad alienante.

"El fundamento de la crítica irreligiosa es: el hombre hace la religión; la religión no hace al hombre... La miseria religiosa es, de una parte, la expresión de la miseria real, y, de otra parte, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura agobiada, el estado de ánimo de un mundo sin corazón, porque es el espíritu de los estados de cosas carentes de espíritu.
Karl Marx, Crítica de la filosofía del derecho de Hegel

viernes, 10 de septiembre de 2010

Breve reflexión sobre Freud y Nietzsche

A partir de leer a Freud, brota en mi la comparación con Nietzsche. Me resulta ineludible construir lazos entre estos psicólogos que lucharon por desocultar las profundidades de la mente, ambos reflexionaron sobre las consecuencias de la represión de los instintos (o pulsiones en Freud). Y sobre este tema tratara mi breve reflexión.
La obra de estos gigantes del pensamiento nos conduce a ver los fenómenos, en donde intervienen seres humanos, de otra manera. Veamos hasta que senderos nos conduce su pensar…

Combaten con su crítica a la ingenuidad (o hipocresía) de aquellos que sostienen que los humanos son seres “buenos” y altruistas por naturaleza. Demostrando que en realidad, los humanos no nacen “buenos”, sino que se hacen dóciles, “racionales”, piadosos y pasivos debido a la influencia de la educación. Esta genera una reforma del carácter, transformando a la criatura egoísta, que es puro instinto, en un ser social, es decir, domesticado.

Los instintos irracionales (crueles, violentos, egoístas, “malignos”) que dominan a los humanos en los comienzos de su existencia, son reprimidos, pero no eliminados. Esto explica las acciones impulsivas, aparentemente sin motivos, de las personas civilizadas que cada tanto salen a la luz. El fanatismo, la exacerbación, el delirio, el apasionamiento o entusiasmo se explican y se relacionan con esta represión que deja latente las emociones primitivas o animales.

La represión por lo tanto, es el factor principal que interviene en el proceso de conformación de las personas “buenas”. Para ser “buenos”, entonces, es necesario reprimir nuestros deseos. Debemos, pues, apagar nuestros instintos, sofocar nuestra fogosidad; suprimir o dejar de lado nuestras pasiones. Esto conduce a la transformación de las personas en animales enfermos, que son incapaces de ser plenamente felices.

La liberación de estas cadenas que oprimen nuestros deseos instintivos pondría en riesgo a la sociedad tal como la conocemos. Sin embargo: ¿no es mejor perder el miedo a la libertad y entregarnos a los placeres, que seguir obedeciendo a la moral de esclavos que nos limita la existencia?

viernes, 6 de agosto de 2010

Ravachol, un terrorista empujado a la venganza por las circunstancias de la vida...

Ravachol, fue un anarquista francés que se volvió famoso por sus atentados contra los burgueces, el clero y los jueces. Fue condenado a cadena perpetua, por un atentado en que fue atrapado, y a muerte en un segundo proceso, acusado de tres homicidios pasados. Muere en la guillotina el 11 de julio de 1892 .
Aquí esta íntegro su discurso de defensa, imperdible, léanlo!!... luego reflexionen


Si tomo la palabra, no es para defenderme de los actos de los que se me acusa, ya que sólo la sociedad, que por su organización pone a los hombres en lucha continúa los unos contra los otros, es la responsable.
En efecto, no vemos hoy en todas las clases y en todas las profesiones personas que desean, yo no diré la muerte, porqué eso suena “mal”, pero si la desgracia de sus semejantes, si ésta les puede procurar algún beneficio. Ejemplo: ¿un patrón no desea ver desaparecer un competidor? ¿Todos los comerciantes en general no querrían, y de manera recíproca, ser los únicos en disfrutar de los beneficios que puede conllevar este tipo de ocupación? ¿El obrero sin trabajo no desea, para obtener trabajo, que por un motivo cualquiera el que esté ocupado sea despedido del taller? Pues bien, en una sociedad donde se producen semejantes hechos, no debemos sorprendernos del tipo de actos que se me reprochan, que no son más que la consecuencia lógica de la lucha por la existencia que tienen los hombres que, para vivir, están obligados a usar todo tipo de medios. Y ya que cada uno es para él mismo ¿el que está en la necesidad no se ve reducido a pensar?: “Pues bien, puesto que esto es así, yo no tengo por que dudar, cuando tengo hambre, en emplear todos los medios a mi alcance para obtener lo necesario, aun con el riesgo de provocar víctimas! ¿Los patronos cuando despiden a los obreros, se preocupan si se van a morir de hambre? ¿Todos los que tienen privilegios se ocupan de si hay gente que les falta lo necesario?” Hay ciertamente algunos que prestan ayuda, pero son incapaces de aliviar a todos aquellos que están necesitados y que morirán prematuramente a consecuencia de privaciones de todo tipo, o voluntariamente por los suicidios de todo tipo para poner fin a una existencia miserable y no tener que soportar los rigores del hambre, las vergüenzas y las humillaciones sin número y sin esperanza de verlas acabar. En esta situación se encontró la familia Hayem y la mujer Souhain (mujer que mato a sus hijos debido a la desesperación) que dio muerte a sus hijos para no verles sufrir más tiempo, y todas las mujeres que por temor de no poder alimentar a un hijo, no dudan en comprometer su salud y su vida destruyendo en su seno el fruto de sus amores. Y todas esas cosas pasan en medio de la abundancia de todo tipo de productos. Comprenderíamos que todo esto tuviese lugar en un país donde los productos son escasos, donde hay hambruna. Pero en Francia, donde reina la abundancia, donde las carnicerías rebosan de carne, las panaderías de pan, donde la ropa, el calzado están amontonados en las tiendas, donde hay viviendas vacías! ¿Cómo admitir que todo está bien en la sociedad, cuando se ve tan claramente lo contrario? Habrá gente que se compadecerá de todas estas víctimas, pero que os dirán que no pueden hacer nada. ¡Que cada uno se espabile como pueda!
¿Qué puede hacer quien le falta lo necesario mientras trabaja, cuando está desocupado? No hay más que dejarse morir de hambre. Entonces se lanzarán algunas palabras de piedad sobre su cadáver. Esto es lo que yo he querido dejar a otros. Yo he preferido hacerme contrabandista, falsificador, ladrón y asesino. Hubiese podido mendigar: pero es degradante y cobarde, y hasta castigado por vuestras leyes que hacen un delito de la miseria. Si todos los necesitados, en lugar de esperar, tomasen donde hay, y no importa con que medio, los satisfechos entenderían quizás más deprisa que hay peligro en querer consagrar el estado social actual, donde la inquietud es permanente y la vida está amenazada a cada instante. Acabaríamos, sin duda, por comprender más rápidamente que los anarquistas tienen razón cuando dicen que para conseguir tranquilidad moral y física, es necesario destruir las causas que generan los crímenes y los criminales: no es suprimiendo a aquel que, en lugar de morir de una muerte lenta a consecuencia de privaciones que ha tenido y tendrá que soportar, sin esperanzas de verlas acabar, prefiere, si tiene un poco de energía, tomar violentamente aquello que le puede asegurar el bien estar, aun con el riesgo de su muerte, que no es más que un final para sus sufrimientos.
He aquí porqué he cometido los actos que me reprochan y que no son más que la consecuencia lógica del estado bárbaro de una sociedad que no hace más que aumentar el número de sus víctimas por el rigor de sus leyes que se alzan contra los efectos sin jamás tocar las causas; dicen que se tiene que ser cruel para matar a un semejante, pero los que hablan así no ven que decidimos hacerlo tan solo para evitarnos la muerte a nosotros mismos. Igualmente, ustedes, señores jueces, que sin duda me vais a condenar a la pena de muerte, porque creeréis que es una necesidad y que mi desaparición será una satisfacción para vosotros que tenéis horror de ver fluir la sangre humana, pero que, cuando creéis que será útil derramarla para asegurar la seguridad de vuestra existencia, no dudareis más que yo en hacerlo, con la diferencia que vosotros lo haréis sin correr ningún riesgo, mientras que, yo actué poniendo en riesgo y peligro mi libertad y mi vida. Bien, señores, hay más criminales para juzgar, pero las causas del crimen no se destruyen. Creando los artículos del código, los legisladores han olvidado que ellos no atacan las causas sino simplemente los efectos, y, entonces, no destruyen de ninguna manera el crimen; en verdad las causas siguen existiendo y, por tanto, los efectos todavía se desencadenarán. Siempre habrá criminales, aunque destruyáis uno, mañana nacerán diez. ¿Qué hacer entonces? ¡Destruir la miseria, este germen de crimen, asegurando a cada cual la satisfacción de todas sus necesidades! Y cuan difícil es de realizar. Sería suficiente establecer la sociedad sobre nuevas bases donde todo estaría en común, y donde cada uno produciendo según sus aptitudes y sus fuerzas, podría consumir según sus necesidades. De esta manera no veremos más gente mendigando un metal del que se vuelven esclavos y víctimas! No veremos a más mujeres ceder sus cuerpos, como una vulgar mercancía, a cambio de ese mismo metal que nos impide bastante a menudo reconocer si el afecto es realmente sincero. ¡No veremos a más hombres que por obtener ese mismo metal llegan a dar muerte! Esto demuestra claramente que la causa de todos los crímenes es siempre la misma y que hay que ser realmente insensato para no verla. Sí, lo repito: es la sociedad quien hace los criminales, y vosotros, jueces, en lugar de golpearlos, deberíais usar vuestra inteligencia y vuestras fuerzas para transformar la sociedad. De golpe suprimiríais todos los crímenes; y vuestra obra, atacando las causas, sería más grande y más fecunda que vuestra justicia que se limita a castigar sus efectos. Yo no soy más que un obrero sin instrucción, pero porque he vivido la existencia de los miserables, siento más que un rico burgués la inequidad de vuestras leyes represivas. ¿De dónde tomáis el derecho a matar o encerrar a un hombre que, puesto sobre la tierra con la necesidad de vivir, se ha visto en la necesidad de tomar aquello que le faltaba para alimentarse? Yo he trabajado para vivir y hacer vivir a los míos; hasta tal punto que ni yo ni los míos hemos sufrido demasiado. Me he mantenido lo que vosotros llamáis honesto. Después el trabajo faltó, y con el paro vino el hambre. Es entonces cuando esta gran ley de la naturaleza, esta voz imperiosa que no admite réplica: el instinto de conservación me empujó a cometer ciertos crímenes y delitos que ustedes me reprochan y de los que reconozco ser el autor.
Júzguenme, señores jueces, pero si me han comprendido, juzgándome juzgan todas las desdichas que la miseria, aliada a la ferocidad natural, ha hecho criminales, cuando la riqueza con la misma facilidad hubiese hecho honestos hombres! Una sociedad inteligente no hubiese hecho hombres pobres, y por tanto “criminales”, ni hombres ricos, y por tanto “honestos”, sino simplemente hombres.


*Ravachol

lunes, 26 de julio de 2010

Oscar wilde y su "Filosofia"

“Lo entendamos como queramos, nosotros no podemos llegar a la realidad de las cosas por medio de su apariencia. Y la terrible razón de esto es que acaso no haya realidad en las cosas, excepto su apariencia”

“Para mí la belleza es la maravilla de las maravillas. Sólo la gente superficial no juzga por las apariencias. El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible”; (...)la verdad es algo tan personal que jamás una misma verdad puede ser apreciada por dos espíritus

“Todo impulso que intentamos estrangular se asienta en la mente, y nos envenena (...) El único camino para librarse de la tentación es rendirse a ella” (...) “no os perdáis por los caminos de la virtud”

•A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

•Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas.

•Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras que no la ame.

•La única ventaja de jugar con fuego es que aprende uno a no quemarse.


•Uno debería estar siempre enamorado. Por eso jamás deberíamos casarnos.

•Cínico: un hombre que sabe el precio de todo y el valor de nada.

•La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella.

•Estoy convencido de que en un principio Dios hizo un mundo distinto para cada hombre, y que es en ese mundo, que está dentro de nosotros mismos, donde deberíamos inte•Perdona siempre a tu enemigo. No hay nada que le enfurezca más.

•Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo.

•Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen.

•Lo único capaz de consolar a un hombre por las estupideces que hace, es el orgullo que le proporciona hacerlas.

•Haría cualquier cosa por recuperar la juventud... excepto hacer ejercicio, madrugar, o ser un miembro útil de la comunidad.

•El trabajo es el refugio de los que no tienen nada que hacer.

•Amarse a sí mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida.

•No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo.

•La ambición es el último refugio del fracaso.

•El medio mejor para hacer buenos a los niños es hacerlos felices.

•La educación es algo admirable, sin embargo, es bueno recordar, que nada que valga la pena se puede enseñar.

•En el mundo común de los hechos, los malos no son castigados y los buenos recompensados. El éxito se lo llevan los fuertes y el fracaso los débiles.

•Ningún gran artista ve las cosas como son en realidad; si lo hiciera, dejaría de ser artista.

•Cualquiera puede simpatizar con las penas de un amigo, simpatizar con sus éxitos requiere una naturaleza delicadísima.

•El cinismo consiste en ver las cosas como realmente son, y no como se quiere que sean.

•No soy tan joven como para saberlo todo.

•Hay mucho que decir en favor del periodismo moderno. Al darnos las opiniones de los ignorantes, nos mantiene en contacto con la ignorancia de la comunidad.

•La única diferencia que existe entre un capricho y una pasión eterna es que el capricho es más duradero.

•El hombre puede soportar las desgracias que son accidentales y llegan de fuera. Pero sufrir por propias culpas, ésa es la pesadilla de la vida.

•La tragedia de la vejez no es que uno sea viejo, sino que uno es joven.

•Los solteros ricos deberían pagar más impuestos. No es justo que unos sean más felices que otros.

•La experiencia no tiene valor ético alguno, es simplemente el nombre que damos a nuestros errores.

•La realidad es que los éxitos se los llevan los fuertes y el fracaso los débiles, y eso es todo.


•Cuando la gente está de acuerdo conmigo siempre siento que debo estar equivocado.

•Como mala persona soy un completo desastre. Hay montones de gente que afirman que no he hecho nada malo en toda mi vida. Por supuesto sólo se atreven a decirlo a mis espaldas.

•Mejor ser un cohete caído que no haber resplandecido nunca.

•A mí dadme lo superfluo, que lo necesario todo el mundo puede tenerlo.

•Es bastante difícil no ser injusto con lo que uno ama.

•Ser natural es la más difícil de las poses.

•Si nosotros somos tan dados a juzgar a los demás, es debido a que temblamos por nosotros mismos.

•El sufrimiento es el medio por el cual existimos, porque es el único gracias al cual tenemos conciencia de existir.

•Es absurdo dividir a la gente en buena y mala. La gente es tan sólo encantadora o aburrida.

•Los hombre jóvenes quieren ser fieles y no lo consiguen; los hombres viejos quieren ser infieles y no lo logran.

•Nada se parece tanto a la ingenuidad como el atrevimiento.

•La belleza es muy superior al genio. No necesita explicación.
•En el arte como en el amor la ternura es lo que da la fuerza.

•El arte no es algo que se pueda tomar y dejar. Es necessario para vivir.

•Los viejos lo creen todo; los adultos todo lo sospechan; mientras que los jóvenes todo lo saben.

•Un tonto nunca se repone de un éxito.

•Para la mayoría de nosotros la verdadera vida es la vida que no llevamos.

•El patriotismo es la virtud de los depravados.

•Tengo gustos simples. Me satisfago con lo mejor.

•El hombre puede creer en lo imposible, pero no creerá nunca en lo improbable.

•El único deber es el deber de divertirse terriblemente.

•Que un hombre muera por una causa no significa nada en cuanto al valor de la causa.

•Como no fue genial, no tuvo enemigos.

•El valor de una idea no tiene nada que ver con la sinceridad del hombre que la expresa.

•Sólo los superficiales llegan a conocerse a sí mismos.

•Más veces descubrimos nuestra sabiduría con nuestros disparates que con nuestra ilustración.

•El único deber que tenemos con la historia es rescribirla.

•La vida es simplemente un mal cuarto de hora formado por momentos exquisitos.
•Si nunca se habla de una cosa, es como si no hubiese sucedido.
•Sólo podemos dar una opinión imparcial sobre las cosas que no nos interesan, sin duda por eso mismo las opiniones imparciales carecen de valor.

•La moda es siempre un esperpento tal que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses.

•Hablan mucho de la belleza de la certidumbre como si ignorasen la belleza sutil de la duda. Creer es muy monótono; la duda es apasionante.

•La tierra es un teatro, pero tiene un reparto deplorable.

•Cuanto más conservadoras son las ideas, más revolucionarios los discursos.

•En asuntos de vital importancia, el estilo, y no la sinceridad, es lo verdaderamente vital.

•Todos matan lo que aman: el cobarde, con un beso; el valiente, con una espada.

•Mientras que para la sociedad no existe mayor pecado que la vida contemplativa, los más cultos opinan que la contemplación es la ocupación natural del hombre.

•Los buenos terminan felices; los malos, desgraciados. Eso es la ficción.

•La rebeldía a los ojos de todo aquel que haya leído algo de historia, es la virtud original del hombre.

•En esta vida la primera obligación es ser totalmente artificial. La segunda todavía nadie la ha encontrado.

•Cualquiera puede hacer una cosa, el mérito está en hacer creer al mundo que uno lo ha hecho.

•Un sentimental es un hombre que ve un absurdo valor en todo, y no conoce el precio fijo de nada.

•Una sociedad se embrutece más con el empleo habitual de los castigos que con la repetición de los delitos.

•Mientras la guerra sea considerada como mala, conservará su fascinación. Cuando sea tenida por vulgar, cesará su popularidad.

•El arte es la forma más intensa de individualismo que el mundo ha conocido.

•Estar alerta, he ahí la vida; yacer en la tranquilidad, he ahí la muerte.

•Los libros que el mundo llama inmorales son los que muestran su propia vergüenza.

•Definir es limitar.

•Bigamia es tener una esposa de más. Monogamia es lo mismo.

•Cada hombre prominente en la actualidad tiene sus discípulos, y siempre hay un Judas que escribe la biografía.

•El descontento es el primer paso en el progreso de un hombre o una nación.

•El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que se necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia.

•El hombre debería decir siempre mucho más de lo que pretende y pretender mucho más de lo que dice.

•El que vive más de una vida debe morir más de una muerte.

•El tiempo es un derroche de dinero.

•El mejor diplomático es aquel que habla más y dice menos.

•En este mundo hay sólo dos tragedias: una es no obtener lo que se quiere; la otra es obtenerlo.

•Formar parte de la sociedad es un fastidio, pero estar excluido de ella es una tragedia.

miércoles, 14 de julio de 2010

El amor libre

El término amor libre, también conocido como unión libre, nace a finales del siglo XIX y forma parte de las ideas libertarias del anarquismo, aunque también tuvo defensores anteriores y posteriores que no se identificaron con esas ideas. Según la concepción anarquista, todo acuerdo libre entre personas adultas es un compromiso legítimo que debe ser respetado por quienes lo suscriben así como por terceros, por lo tanto las relaciones sentimentales y/o sexuales no necesitan ningún permiso o autorización expresa del Estado, ni ningún compromiso religioso. La locución amor libre también puede referirse al derecho a la libre elección en el amor o en la sexualidad, y también se asocia con el derecho a elegir a pareja sin distinción de orientación sexual.

Esta concepción choca totalmente con la estructura del Derecho civil, es decir con el matrimonio, porque se considera que éste no es otra cosa que un contrato (carente de sentido para una vida libre) que se realiza para establecer derechos y obligaciones por parte de un tercero; los que adhieren al amor libre rechazan esta figura jurídica ya que consideran que el amor es un compromiso mutuo y voluntario e incluso en caso de ser elevado a contrato ni el Estado y ningún ente exterior a los interesados tiene injerencia alguna en él, frente al derecho estatal el amor libre antepone el derecho conmutativo; La unión por libre consentimiento y la desunión libre (sin ningún tipo de limitación legal-cultural).
El amor libre ha llegado a confundirse muchas veces con la ausencia de cualquier responsabilidad o compromiso en el amor y en las relaciones sexuales. Lo que se enfatiza en las diferentes concepciones de amor libre es que las relaciones amorosas y/o sexuales deben ser libres pero a la vez responsables, es decir tomadas en un estado de conciencia lúcida y asumiendo las consecuencias de los actos.

En unos casos designa una forma de convivencia voluntaria basada en el afecto y el respeto mutuos, ya se trate de una relación a corto o a largo plazo. También se refiere a la unión de más de una persona y no discrimina sobre el tipo de unión (heterosexual, homosexual, bisexual, poligamia, etc.). El amor libre implica una revolución sexual, que puede resumirse en la famosa frase “prohibido, prohibir” en cuestiones sexuales. El encuentro sexual ocasional, siempre que sea consensuado y responsable encaja dentro de esta visión. Pero se opone con fuerza a toda forma de coerción o de opresión y al machismo, por esto se opone a las violaciones y a todo tipo de relaciones no consentidas mutuamente.

Consideremos una visión anarquista sobre el tema:

Contra el matrimonio por compulsión hemos levantado la bandera de la unión libre. Estamos convencidos de que al abolir el matrimonio religioso, civil y jurídico, restauramos la vida, la realidad y la moralidad del matrimonio natural basado exclusivamente sobre el respeto humano y la libertad de dos personas: un hombre y una mujer que se aman.(todavía no estaba difundido el tema de la unión homosexual) Estamos convencidos de que al reconocer la libertad de ambos cónyuges a separarse cuando lo deseen, sin necesidad de pedir el permiso de nadie para ello - y al negar de la misma forma la necesidad de cualquier permiso para unirse en matrimonio, y rechazar en general la interferencia de cualquier autoridad en esta unión - los unimos más el uno al otro. Y estamos convencidos también, de que cuando ya no exista entre nosotros el poder coercitivo del Estado para forzar a los individuos, asociaciones, comunas, provincias y regiones a convivir en contra de su voluntad, habrá entre todos una unión mucho más estrecha, una unidad más viva, real y poderosa que la impuesta por el aplastante poder estatal. Mijaíl Bakunin, La mujer, el matrimonio y la familia

El principal motivo que me impulsa a oponerme a la imposición de la monogamia que nos sujeta a un compromiso es que: el amor a una persona generalmente es efímero, dura un periodo (mas o menos largo), no es para siempre, cuando quedamos prisioneros debido al “amor” que sentimos por una persona, no estamos condenados a cadena perpetua, podemos librarnos de las bellas “cadenas” que nos sujetan a esa persona en cualquier momento. El amor a una persona en raras ocasiones es eterno. Podemos amar a varias personas y ser prisioneros de distintos amos por lo tanto. También podemos amar a alguien y simultáneamente desear sexualmente a otra persona. Hay diversidad de situaciones y sentimientos; por esto considero entupido encadenarse a alguien, el Estado y la iglesia defienden esta forma de opresión, pues esta dentro de sus intereses luchar en contra de la libertad de elección. Pues la revolución en el amor o revolución sexual posiblemente va de la mano con la revolución social. Es por eso que los sectores reaccionarios le temen.

Comprometerse con alguien es cerrar la puerta a otras posibilidades. Estas otras posibilidades pueden brindarnos mayores satisfacciones que la persona con la que estamos comprometidos. El amor libre quiere dejar todas las puertas abiertas ¿Qué nos garantiza que la persona con quien estamos es el amor de nuestras vidas? solo la fe irracional puede llevarnos a creer que encontramos nuestra “otra mitad” en un mundo con infinito posibilidades y personas.

El amor libre es la superación del amor esclavizante y la soledad. El primero quita toda la libertad y el segundo no nos satisface y nos hace sentir incompletos como seres humanos. El amor libre nos permite conservar la libertad de la soledad y los beneficios de la compañía de un ser querido (contención emocional, sexo en sus diversas variantes, posibilidad de procrear, etc...). El amor libre no se opone a las relaciones largas y estables, ni, necesariamente, a la familia. Pero si se opone al patriarcado autoritario, forma de la mayoría de las familias, y al matrimonio civil y religioso.


Sin embargo, muchos que no defienden los intereses capitalistas se oponen al amor libre. Esto es difícil de explicar, pero tengo algunas hipótesis ; El miedo a la libertad es para mi la causa de la necesidad de encadenarse a otra persona; considero que muchos necesitan sujetarse a algo firme y duradero, pues temen lo inestable y a las incertidumbres; ya que sueltos nos perdemos en el infinito mar de posibilidades que nos brinda la libertad en este mundo que se ha vuelto infinito, puede ser que sino no nos sujetamos a algo estamos expuestos a que nos lleve la corriente por desconocidos y peligrosos caminos, llevándonos a ahogarnos y perecer en este profundo mar. ¡Estos son los temores de los débiles y mediocres! pero merecen cierto respeto, pero lo que no merece respeto ¡son sus entupidos prejuicios! ¡Luchemos por el respeto al amor libre y por la difusión de esta poderosa idea y forma de relación social revolucionaria!

viernes, 9 de julio de 2010

Nietzsche y el estado...... critica poética a una institución política.

Del nuevo ídolo

En algún lugar existen todavía pueblos y rebaños, pero no entre nosotros, hermanos míos: aquí hay Estados.
¿Estado? ¿Qué es eso? ¡Bien! Abridme ahora los oídos, pues voy a deciros mi palabra
sobre la muerte de los pueblos. Estado se llama el más frío de todos los monstruos fríos.
Es frío incluso cuando miente; y ésta es la mentira que se desliza de su boca: «Yo, el Estado, soy el pueblo.»
¡Es mentira! Creadores fueron quienes crearon los pueblos y suspendieron encima de
ellos una fe y un amor: así sirvieron a la vida.
Aniquiladores son quienes ponen trampas para muchos y las llaman Estado: éstos suspenden encima de ellos una espada y cien concupiscencias.
Donde todavía hay pueblo, éste no comprende al Estado y lo odia, considerándolo mal
de ojo y pecado contra las costumbres y los derechos.
Esta señal os doy: cada pueblo habla su lengua propia del bien y del mal: el vecino no la entiende. Cada pueblo se ha inventado su lenguaje propio en costumbres y derechos.
Pero el Estado miente en todas las lenguas del bien y del mal; y diga lo que diga,
miente - y posea lo que posea, lo ha robado.
Falso es todo en él; con dientes robados muerde, ese mordedor. Falsas son incluso sus
entrañas.
Confusión de lenguas del bien y del mal: esta señal os doy como señal del Estado. ¡En
verdad, voluntad de muerte es lo que esa señal indica! ¡En verdad, hace señas a los predicadores de la muerte!
Nacen demasiados: ¡para los superfluos fue inventado el Estado!
¡Mirad cómo atrae a los demasiados! ¡Cómo los devora y los masca y los rumia!
«En la tierra no hay ninguna cosa más grande que yo: yo soy el dedo ordenador de
Dios» - así ruge el monstruo. ¡Y no sólo quienes tienen orejas largas y vista corta se postran de rodillas!
¡Ay, también en vosotros, los de alma grande, susurra él sus sombrías mentiras! ¡Ay, él adivina cuáles son los corazones ricos, que con gusto se prodigan!
¡Sí, también os adivina a vosotros, los vencedores del viejo Dios! ¡Os habéis fatigado en la lucha, y ahora vuestra fatiga continúa prestando culto al nuevo ídolo!
¡Héroes y hombres de honor quisiera colocar en torno a sí el nuevo ídolo! ¡Ese frío
monstruo - gusta de calentarse al sol de buenas conciencias!
Todo quiere dároslo a vosotros el nuevo ídolo, si vosotros lo adoráis83: se compra así el brillo de vuestra virtud y la mirada de vuestros ojos orgullosos.
¡Quiere que vosotros le sirváis de cebo para pescar a los demasiados! ¡Sí, un artificio infernal ha sido inventado aquí, un caballo de la muerte, que tintinea con el atavío de honores divinos!
Sí, aquí ha sido inventada una muerte para muchos, la cual se precia a sí misma de ser vida: ¡en verdad, un servicio íntimo para todos los predicadores de la muerte!
Estado llamo yo al lugar donde todos, buenos y malos, son bebedores de venenos: Estado, al lugar en que todos, buenos y malos, se pierden a sí mismos: Estado, al lugar donde el lento suicidio de todos - se llama «la vida».
¡Ved, pues, a esos superfluos! Roban para sí las obras de los inventores y los tesoros de los sabios: cultura llaman a su latrocinio - ¡y todo se convierte para ellos en enfermedad y molestia!
¡Ved, pues, a esos superfluos! Enfermos están siempre, vomitan su bilis y lo llaman periódico.
Se devoran unos a otros y ni siquiera pueden digerirse.
¡Ved, pues, a esos superfluos! Adquieren riquezas y con ello se vuelven más pobres.
Quieren poder y, en primer lugar, la palanqueta del poder, mucho dinero, - ¡esos insolventes!
¡Vedlos trepar, esos ágiles monos! Trepan unos por encima de otros, y así se arrastran al fango y a la profundidad.
Todos quieren llegar al trono: su demencia consiste en creer - ¡que la felicidad se sienta en el trono! Con frecuencia es el fango el que se sienta en el trono - y también a menudo el trono se sienta en el fango.
Dementes son para mí todos ellos, y monos trepadores y fanáticos. Su ídolo, el frío
monstruo, me huele mal: mal me huelen todos ellos juntos, esos idólatras.
Hermanos míos, ¿es que queréis asfixiaros con el aliento de sus hocicos y de sus concupiscencias?
¡Es mejor que rompáis las ventanas y saltéis al aire libre!
¡Apartaos del mal olor! ¡Alejaos de la idolatría de los superfluos!
¡Apartaos del mal olor! ¡Alejaos del humo de esos sacrificios humanos!
Aún está la tierra a disposición de las almas grandes. Vacíos se encuentran aún muchos lugares para eremitas solitarios o en pareja, en torno a los cuales sopla el perfume de mares silenciosos.
Aún hay una vida libre a disposición de las almas grandes.
En verdad, quien poco posee, tanto menos es poseído: ¡alabada sea la pequeña pobreza!
Allí donde el Estado acaba comienza el hombre que no es superfluo: allí comienza la
canción del necesario, la melodía única e insustituible.
Allí donde el Estado acaba, - ¡miradme allí, hermanos míos! ¿No veis el arco iris y los puentes del superhombre?

¡hay que volver al sabio zaratustra!!

De las moscas del mercado

Huye, amigo mío, a tu soledad! Ensordecido te veo por el ruido de los grandes hombres, y acribillado por los aguijones de los pequeños.
El bosque y la roca saben callar dignamente contigo. Vuelve a ser igual que el árbol al que amas, el árbol de amplias ramas: silencioso y atento pende sobre el mar.
Donde acaba la soledad, allí comienza el mercado; y donde comienza el mercado, allí
comienzan también el ruido de los grandes comediantes y el zumbido de las moscas venenosas.
En el mundo las mejores cosas no valen nada sin alguien que las represente: grandes
hombres llama el pueblo a esos actores.
El pueblo comprende poco lo grande, esto es: lo creador. Pero tiene sentidos para todos los actores y comediantes de grandes cosas.
En torno a los inventores de nuevos valores gira el mundo: - gira de modo invisible. Sin embargo, en torno a los comediantes giran el pueblo y la fama: así marcha el mundo.
Espíritu tiene el comediante, pero poca conciencia de espíritu. Cree siempre en aquello que mejor le permite llevar a los otros a creer - ¡a creer en él!
Mañana tendrá una nueva fe, y pasado mañana, otra más nueva. Sentidos rápidos tiene
el comediante, igual que el pueblo, y presentimientos cambiantes.
Derribar - eso significa para él: demostrar. Volver loco a uno - eso significa para él: convencer. Y la sangre es para él el mejor de los argumentos.
A una verdad que sólo en oídos delicados se desliza llámala mentira y nada. ¡En verdad, sólo cree en dioses que hagan gran ruido en el mundo!
Lleno de bufones solemnes está el mercado - ¡y el pueblo se gloría de sus grandes
hombres! Éstos son para él los señores del momento.
Pero el momento los apremia: así ellos te apremian a ti. Y también de ti quieren ellos un sí o un no. ¡Ay!, ¿quieres colocar tu silla entre un pro y un contra?
¡No tengas celos de esos incondicionales y apremiantes, amante de la verdad! Jamás se
ha colgado la verdad del brazo de un incondicional.
A causa de esas gentes súbitas, vuelve a tu seguridad: sólo en el mercado le asaltan a uno con un ¿sí o no?
Todos los pozos profundos viven con lentitud sus experiencias: tienen que aguardar
largo tiempo hasta saber qué fue lo que cayó en su profundidad.
Todo lo grande se aparta del mercado y de la fama: apartados de ellos han vivido desde siempre los inventores de nuevos valores.
Huye, amigo mío, a tu soledad: te veo acribillado por moscas venenosas. ¡Huye allí
donde sopla un viento áspero, fuerte! ¡Huye a tu soledad! Has vivido demasiado cerca de los pequeños y mezquinos. ¡Huye de su venganza invisible! Contra ti no son otra cosa que venganza.
¡Deja de levantar tu brazo contra ellos! Son innumerables, y no es tu destino el ser espantamoscas.
Innumerables son esos pequeños y mezquinos; y a más de un edificio orgulloso han
conseguido derribarlo ya las gotas de lluvia y los yerbajos.
Tú no eres una piedra, pero has sido ya excavado por muchas gotas. Acabarás por resquebrájarteme y por rompérteme en pedazos bajo tantas gotas.
Fatigado te veo por moscas venenosas, lleno de sangrientos rasguños te veo en cien sitios; y tu orgullo no quiere ni siquiera encolerizarse.
Sangre quisieran ellas de ti con toda inocencia, sangre es lo que sus almas exangües codician- y por ello pican con toda inocencia.
Mas tú, profundo, tú sufres demasiado profundamente incluso por pequeñas heridas; y
antes de que te curases, ya se arrastraba el mismo gusano venenoso por tu mano.
Demasiado orgulloso me pareces para matar a esos golosos. ¡Pero procura que no se
convierta en tu fatalidad el soportar toda su venenosa injusticia!
Ellos zumban a tu alrededor también con su alabanza: impertinencia es su alabanza.
Quieren la cercanía de tu piel y de tu sangre.
Te adulan como a un dios o a un demonio; lloriquean delante de ti como delante de un
dios o de un demonio. ¡Qué importa! Son aduladores y llorones, y nada más.
También suelen hacerse los amables contigo. Pero ésa fue siempre la astucia de los cobardes.
¡Sí, los cobardes son astutos! Ellos reflexionan mucho sobre ti con su alma estrecha, - ¡para ellos eres siempre preocupante!
Todo aquello sobre lo que se reflexiona mucho se vuelve preocupante.
Ellos te castigan por todas tus virtudes. Sólo te perdonan de verdad, tus fallos.
Como tú eres suave y de sentir justo, dices: «No tienen ellos la culpa de su mezquina
existencia». Mas su estrecha alma piensa: «Culpable es toda gran existencia.»
Aunque eres suave con ellos, se sienten, sin embargo, despreciados por ti; y te pagan
tus bondades con daños encubiertos.
Tu orgullo sin palabras repugna siempre a su gusto; se regocijan mucho cuando alguna
vez eres bastante modesto para ser vanidoso.
Lo que nosotros reconocemos en un hombre, eso lo hacemos arder también en él. Por
ello ¡guárdate de los pequeños!
Ante ti ellos se sienten pequeños, y su bajeza arde y se pone al rojo contra ti en invisible venganza.
¿No has notado cómo solían enmudecer cuando tú te acercabas a ellos, y cómo su fuerza
los abandonaba, cual humo de fuego que se extingue?
Sí, amigo mío, para tus prójimos eres tú la conciencia malvada: pues ellos son indignos de ti. Por eso te odian y quisieran chuparte la sangre.
Tus prójimos serán siempre moscas venenosas; lo que en ti es grande - eso cabalmente
tiene que hacerlos más venenosos y siempre más moscas.
Huye, amigo mío, a tu soledad y allí donde sopla un viento áspero, fuerte. No es tu destino el ser espantamoscas.

martes, 22 de junio de 2010

aforismos de dias frios y melancolícos.....

Si no le encontras un sentido a la vida, podemos ser amigos, los semejantes se atraen.

Podria ver la luz si quisiera, pero: ¿en donde estan mis ojos ahora que esta todo oscuro?

No puedo amar lo que no puedo ver, ni quiero volver a ver lo que no puedo amar.

Si nada es para siempre ¿cómo se explica aquel instante que se transformo en eterno?

No podes actuar de otra manera, sino no sabes otras maneras. Ni podes odiar de verdad, al menos que hallas, alguna vez, amado con intensidad.

Si la fusión del placer y el dolor son indescriptibles, podemos entender por que el “bien” y el “mal” son indefinibles

lunes, 17 de mayo de 2010

Racismo / modernidad: una historia solidaria

El racismo, tal como lo conocemos y lo concebimos actualmente, es un “invento” estrictamente occidental y moderno. Todas las épocas y sociedades conocieron o practicaron alguna forma de etnocentrismo, de segregación, de autoafirmación mediante la exclusión o la discriminación de un “Otro”. En la inmensa mayoría de las lenguas de las culturas llamadas “primitivas” la palabra que designa al propio grupo o “etnia” significa, en dicha lengua, “Hombre” o “Humanidad”: la implicación es que los otros son otra cosa, no estrictamente humana. Esto es así, y probablemente lo seguirá siendo, “multiculturalismo global” o no: ninguna idealización de la dudosa “naturaleza humana” bastará para tapar el sol con la mano. Sin embargo, insistamos: el racismo estrictamente dicho –es decir, la “teoría científica” según la cual, por ejemplo, los negros (o quien corresponda en cada caso) no sólo son diferentes sino inferiores, y a veces, muchas veces, merecedores de explotación despiadada, e incluso de exterminio- es un discurso de la modernidad, estrechamente vinculado a lo que ha dado en llamarse el eurocentrismo, y por lo tanto no anterior –por simplemente darle una fecha de esas llamadas “emblemáticas”- a 1492. Fue allí, en ese primer gran encuentro de Occidente con un “Otro” inesperado, inaudito (asiáticos y africanos ya les eran algo más familiares), que comenzaron a proliferar las representaciones más delirantes de esa otredad insólita, cuya contrapartida fue la conformación del imaginario identitario europeo. Esa historia es bastante conocida. Lo que tal vez lo sea menos es que el gran salto cualitativo que dio lugar al racismo más exacerbado no fue tanto en la confrontación con los indígenas “americanos” –aunque por supuesto ella colocó el andamiaje ideológico necesario-, sino un poco después, cuando se creyó necesario recurrir a la fuerza de trabajo esclava “importada” de África para hacer funcionar las gigantescas plantaciones de azúcar, café, algodón, tabaco, especias y tinturas que produjeron –junto a la minería- las inmensas riquezas que transformaron a Europa occidental en el centro del sistema mundial, cuando hasta entonces había sido una periferia más o menos marginal de algún otro “centro” imperial (el islámico o el otomano, por caso). Esto es algo importantísimo de entender: la mano de obra esclava africana en América hizo una “contribución” esencial a lo que Marx, célebremente, denominó la acumulación originaria de Capital a nivel mundial. Es decir: el esclavismo africano en América no es una rémora pre-moderna ni un anacronismo: pertenece ya a la historia del capitalismo, es ya parte del gigantesco proceso mundial de separación entre los medios de producción y los productores directos que el propio Marx designaba como constitutivo de la emergencia de ese nuevo modo de producción. En una palabra: la esclavitud afroamericana es consustancial a la constitución misma de la modernidad capitalista.
Este es el quid de la cuestión del racismo en tanto fenómeno moderno. Por una razón muy sencilla: había que explicar(se) de alguna manera que la misma civilización cuyo basamento filosófico-moral era –o pretendía ser- la premisa inalienable de la libertad individual… estaba en buena parte apoyada, en términos económicos, en la esclavitud de millones de seres humanos. En los regímenes esclavistas antiguos (orientales o greco-romanos, pongamos) el problema no se presentaba: no existiendo la premisa (que sólo le es imprescindible a la “libre iniciativa” del propietario moderno), los esclavos podían serlo “por naturaleza” –como lo sostenía el mismísimo Aristóteles- pero no por el color de su piel: la esclavitud antigua, si se nos permite un chiste de mal gusto, era completamente “multicultural”. Sólo a la modernidad se le plantea la cuestión de tener que legitimar la esclavización de toda una categoría de seres humanos, en este caso los negros. La “solución” ideológica para esta contradicción fue una exacta aplicación de la definición genérica que nos da Claude Lévi-Strauss del mito: un discurso que resuelve en la esfera de lo imaginario los conflictos que no tienen solución posible en la esfera de lo real. La respuesta: hay “razas” inferiores –la negra y la cobriza, en el caso de la colonización- que aún no han alcanzado el estadio civilizado, y para las cuales la esclavitud puede ser una buena escuela que les permita el ingreso a la Razón, a la Religión Verdadera, a la Cultura. La constatación de que las sociedades “pre-modernas” carecían del concepto de libertad individual –como es lógico, puesto que este concepto es una invención occidental moderna- resultó no solamente un justificativo para la esclavitud y el racismo, sino que incluso impidió que muchos pensadores “progresistas” ilustrados –fundamentalmente los philosophes del Siglo de las Luces- pudieran explicar(se) acabadamente la existencia de una esclavitud real y concreta, y no meramente “metafórica”, como la del citoyen frente al despotismo monárquico, o algo semejante.
Detrás del razonamiento hay, desde ya, toda una filosofía de la historia, que puede encontrarse ya plenamente desarrollada en el mismísimo Hegel: la historia es la historia de la Razón, y hay pueblos –notoriamente los africanos y los aborígenes americanos- por los cuales la Historia no se ha dignado pasar. Una historia, pues, la de Europa occidental, pasa por ser toda la historia posible. Eso es una sencilla y cotidiana figura retórica, la sinécdoque (la parte que representa al Todo) elevada a grandiosa metafísica. El momento de verdad, como lo llamaría Adorno, que anida en el razonamiento (vale decir, el hecho de que efectivamente la historia de la hegemonía occidental se construye, colonialismo mediante, por la fagocitación de las historias de esos “otros” dominados y ahora incorporados a la historia dominante), ese momento de verdad queda disuelto con la postulación de una completa exterioridad o ajenidad del “Otro”, como si él fuera un radical extraño cuya dominación nada tuviera que ver con la propia constitución de la modernidad occidental. Ese es el principio mismo del racismo.
Porque, es verdad: la institución jurídico-formal o económica de la esclavitud ya no existe. El racismo a que ella dio lugar, en cambio, ha persistido. Más aún, en las últimas décadas se ha exacerbado, sobre todo en los países del “Primer Mundo” occidental. No parece azaroso, además, que esté fundamentalmente dirigido contra la inmigración proveniente de las antiguas colonias de África y América, o de las “nuevas repúblicas” surgidas del estallido de la ex URSS. Son los testigos y síntomas privilegiados –y como tales, insoportables- del fracaso estruendoso de la mal llamada “globalización”. O mejor, como la denomina Samir Amin, de la mundialización de la ley del valor del Capital. “Fracaso”, en el sentido en que precisamente hay algo que no puede ser globalizado o mundializado so pena de una caída catastrófica de la tasa de ganancia del Capital, y ese “algo” es la fuerza de trabajo. Wallerstein y Balibar interpretan esta “nueva” forma de racismo como racismo “laboral”. Pero quizá no sea, finalmente, tan nueva. Acabamos de ver que el racismo moderno empezó, en verdad, por la cuestión “laboral” de una superexplotación de la fuerza de trabajo esclava. El “racismo laboral” es, pues, lo que un psicoanalista probablemente llamaría un retorno de lo reprimido de lo que en realidad estuvo en los orígenes mismos de esa “mundialización” que comenzó en 1492. Su persistencia consciente o inconsciente tiene que ver, sin duda, con esa historia (y con su “filosofía”). Pero también –es un aspecto del mismo “complejo”- con la lógica “objetiva” de funcionamiento de ese modo de producción cuyos orígenes olvidados, “reprimidos”, se erigen sobre la esclavitud. Tratemos de explicarnos.
¿Qué significa, exactamente, ser “racista”, en el sentido más amplio posible del término? Una respuesta verosímil parece ser: “racista” es aquel que es incapaz de tolerar la diferencia (étnica, religiosa, sexual, etcétera) del “otro”. Bien, pero ¿será la cuestión tan sencilla? Porque, podríamos empezar por preguntar: ¿qué es, exactamente, una “diferencia”? ¿Quién es, exactamente, ese “otro” al que el racista no puede “tolerar”? Obviamente, diferentes comunidades sociales –o las mismas, en diferentes etapas de su historia- definen a ese “otro” de distintas maneras, y por otra parte no son siempre los mismos los que ocupan ese lugar de “alteridad”. Esta sola constatación bastaría, va de suyo, para atestiguar el carácter plenamente cultural –y no “biológico” o “somático”- de toda definición de la “diferencia”. Sin embargo, dichas distinciones histórico-culturales no bastan para eliminar el hecho de que, como hemos dicho, toda comunidad humana ha creado “sus otros”, sean quienes fueren y se los defina como se quiera. ¿Hay pues, más allá de las variaciones, una constante por así decir “estructural” que permita caracterizar el “imaginario racista” en general?
En su libro titulado Reflexiones sobre la Cuestión Judía, Jean-Paul Sartre hace, provocativamente, una afirmación inquietante: en términos estrictamente lógicos (no éticos, ideológicos o sencillamente humanitarios) es imposible no ser racista. ¿Por qué? Pongámonos en el mejor de los casos (que seguramente es el de todos nosotros): el de un sujeto “progresista”, de mente abierta, enemigo de toda actitud discriminatoria, etcétera, que tiene el imperativo ético de ser “tolerante” con la “diferencia” del “otro”. De entrada se le presenta un problema: ¿quién es él para decir que ese “otro” es, efectivamente, un “otro”, un “diferente”? El que se arroga ese derecho, ese poder, ya se coloca, aunque fuera sin quererlo, en una posición de superioridad desde la cual distribuye las “diferencias” y las “alteridades”. Aquel al cual, aunque sea para “tolerarlo”, le he asignado el lugar del “otro”, del “diferente”, tranquilamente podría dar vuelta el razonamiento y decir: “Pero, usted se equivoca: el otro, el diferente, es usted, y no yo”.
El “progresista”, pues, ha actuado con la misma lógica que el racista (aunque, por supuesto, para la víctima de esa lógica no sea lo mismo que lo “toleren” o que, digamos, lo envíen al campo de concentración): ha elegido un rasgo completamente secundario del “otro”, un detalle casi insignificante, y lo ha elevado a condición ontológica, a estatuto del ser del “otro”, transformándolo en tal “otro”. Por ejemplo: se toma un color de piel y se dice “es negro”; se toma una pertenencia religiosa y se dice: “es judío”; se toma una elección sexual y se dice: “es homosexual”, etcétera. Pero el “otro” es muchas más cosas que negro / judío / homosexual: estas son solamente partes de la totalidad de su ser. Tanto el progresista como el racista, entonces, han cometido una operación fetichista: han hecho una confusión (una con – fusión) entre la Parte y el Todo, entre lo particular y lo “universal”, entre lo concreto y lo abstracto. Han, decíamos, elevado una figura retórica a constancia del Ser.
Porque, finalmente, en todo lo demás el “otro” es igual a mí (es un ser humano, tiene dos piernas, dos ojos, una nariz) o, en todo caso, comparte potencialmente todas las posibles diferencias entre los seres humanos (es varón o mujer, blanco o negro o amarillo, judío o islámico o cristiano o ateo, homosexual o heterosexual, casado o soltero, pobre o rico, y así sucesivamente), esas diferencias que son las que conforman la unidad de la especie que llamamos “humana”. Se podría entonces decir, con una sólo aparente paradoja, que lo que el racista no puede “tolerar”, es la semejanza del “otro”, y entonces le inventa una “diferencia” absoluta, lo convierte en un “otro” radical, y decide que eso le resulta “insoportable” (esto es lo que Freud, en su Psicología de las Masas, ha bautizado célebremente como “el narcisismo de la pequeña diferencia”). Ahora bien: si en lugar de Freud nos inspiráramos en el ya citado Lévi-Strauss nos encontraríamos con una operación muy similar desde el punto de vista lógico; toda sociedad humana genera sistemas de clasificación mediante los cuales dis-crimina (en principio, en el sentido puramente taxonómico, que no implica necesariamente valoración, como sucede cuando de la dis-criminación se pasa a la in-criminación) a sus miembros: como es sabido, en la teoría lévi-straussiana las llamadas estructuras del parentesco (que, estableciendo el “tabú del incesto”, generan la exogamia) son el método clasificatorio más básico. A un nivel más sofisticado de la operatoria encontramos por ejemplo lo que Lévi-Strauss denomina la “ilusión totémica”; por ella, la obsesiva clasificación de las especies animales o vegetales, típica de las sociedades “primitivas”, se revelan como traducciones metafóricas de la clasificación de los grupos humanos. Estas operaciones son constitutivas de cualquier sociedad, incluyendo las más “igualitarias”, en tanto necesidad de “simbolización” propiamente cultural.
Todo esto es, sin ir más lejos, lo que hicieron muchos de los primeros colonizadores de América, sólo que desde el comienzo saltando a lo que llamábamos la in-criminación, al retratar a los indígenas como monstruos de dos cabezas, caníbales perversos, herejes irrecuperables o dislates semejantes. Y es también lo que hicieron los esclavistas al inventar que los negros africanos eran una “raza” incivilizada y salvaje, sin cultura y sin religión (cuando, por supuesto, se trataba de culturas a veces complejísimas, con sofisticadas formas religiosas, rituales, lingüísticas o artísticas), y que por lo tanto merecía ser sometida, por su propio bien, al poder de los blancos. De allí a producir la operación fetichista de identificar el color negro con lo incivilizado / salvaje / pagano / primitivo / inculto había un solo paso, y el paso se dio.
Pero, entiéndase: hubo que dar el paso. Es decir: hubo que “inventar” (de manera inconsciente, sin duda) la diferencia, para justificar el sometimiento de unos seres humanos que –como decíamos recién- en todo lo demás eran semejantes. Y es interesante tener en cuenta que los africanos no fueron los primeros esclavos a los que se recurrió una vez que se comprobó que la fuerza de trabajo indígena no resultaba suficiente: los primeros esclavos fueron blancos europeos. Durante todo un primer período se intentó incrementar la productividad del trabajo “importando”, por ejemplo, delincuentes comunes o deudores incobrables de Europa en calidad de esclavos. Sin duda, el posterior recurso a la leva en masa de los africanos tuvo que ver con que estos primeros contingentes de trabajadores forzados también resultaron insuficientes, y/o con el hecho de que, según se decía, los africanos se “aclimataban” mejor al trópico y “aguantaban” mejor los trabajos pesados de la plantación. Pero también –permítaseme formular esta hipótesis arriesgada- tuvo que ver con el hecho de que aquellos blancos, posiblemente, eran demasiado semejantes a sus amos, provenían de la misma sociedad, tenían el mismo color de piel, etcétera, y por lo tanto hacían más problemática la justificación mediante la creación de un imaginario de “otredad”. Para colmo, estamos hablando de una época en la que nuevas formas de sensibilidad “humanista”, de “libertad individual” y demás, no podían menos que resaltar la contradicción entre la defensa de las nuevas ideas y el sometimiento a esclavitud de miembros de las mismas sociedades que levantaban esa defensa.
Ahora bien: ¿cuáles son las condiciones materiales de posibilidad de una operación semejante? O, en otras palabras: ¿cuál es la “base material” del discurso ideológico fetichista? (desde ya, estamos cometiendo un cierto reduccionismo, porque las razones y mecanismos que explican una ideología son múltiples, complejos e interrelacionados; pero lo que nos interesa aquí es ilustrar la relación estrecha entre este tipo de ideología y lo que se llama la modernidad, cuya “base económica” es el capitalismo). Esa “base material” no es otra cosa que lo que Marx, en el célebre capítulo I de El Capital, analiza bajo el nombre de fetichismo de la mercancía, y que constituye, digamos, la matriz lógica de la “fetichización” ideológica como tal, pero cuya condición de posibilidad histórica es el modo de producción capitalista, y no otro. Un aspecto central del fetichismo de la mercancía es que en la lógica de la economía capitalista todas las mercancías –incluida esa mercancía llamada “fuerza de trabajo”-, no importa cuáles sean sus diferencias particulares, quedan sometidas al equivalente general de la ley del valor. Esto, en un primer análisis, explica la famosa “inversión” de la que habla Marx, según la cual las relaciones entre cosas (mercancías) aparecen “humanizadas”, como si esas cosas tuvieran vida propia, mientras que las relaciones sociales entre sujetos humanos (las “relaciones de producción”) aparecen cosificadas, puesto que el productor directo ha quedado reducido, en tanto persona, al mero valor de su fuerza de trabajo. ¿Y qué ejemplo más acabado de esta lógica que el de la esclavitud “moderna” (es decir: capitalista) donde la persona es, incluso jurídicamente, una cosa? Pero el “fetichismo de la mercancía” no es solamente un efecto ilusorio –que presuntamente podría disolverse ante la explicación lógica y científica- sino que es justamente él mismo la lógica objetiva del funcionamiento del sistema en su conjunto. Dicho de la manera más elemental y trivial posible: para la ley del valor, y por lo tanto para la “contabilidad” de las rentas capitalistas, da exactamente lo mismo que estemos hablando de un tornillo o de la Novena Sinfonía de Beethoven, en tanto ambos objetos sean reducibles a su expresión en un valor de cambio.
Pero esto no es sólo una manera de “contabilizar”: termina siendo también una manera de pensar, una “filosofía”: la de la disolución del particular concreto en el universal abstracto -para decirlo con el lenguaje hegeliano que adoptó a su propia manera Marx-, o, como lo pusimos antes, de la Parte en el Todo, o –como diría Adorno- del Objeto en el Concepto, y así sucesivamente. O sea: un tipo específico, y el peor, de metafísica. Como vimos, esto es precisamente lo que hace el racista: por ejemplo, disuelve la particularidad concreta de un color de piel en la universalidad abstracta de la “negritud”, y luego identifica esta última con una diferencia absoluta (es decir, ella misma “universal – abstracta”) y, claro está, con una “inferioridad”. Y es importante entender que esta operación debe ser proyectada hacia comunidades enteras definidas por un rasgo común –por ejemplo la “negritud”-, antes que sobre individuos particulares: cuando se lo hace sobre estos individuos particulares, es en tanto son tomados como representantes de la comunidad y de aquel rasgo común (por ello es perfectamente “lógica” la famosa afirmación, supuestamente exculpatoria, del antisemita que afirma tener “un amigo judío”: el antisemita, el racista en general, en efecto, puede perfectamente “tolerar”, e incluso apreciar o amar, a un judío o a un negro… siempre que no haga “cosas de judío” o “cosas de negros”, es decir, que no vuelva a ejercer la representación “universal” de su comunidad). Y eso, como hemos venido diciendo, tiene su propia historia.


por Eduardo Grüner

sábado, 8 de mayo de 2010

La filosofia en momentos de crisis.

La filosofía tiene la difícil misión de desocultar y reflexionar los problemas de la actualidad y tiene, además, la tarea de construir mediante el pensamiento creativo, nuevos puentes que conduzcan a la humanidad por nuevos rumbos aun desconocidos. En esto reside la aventura de detenerse a reflexionar en épocas de crisis. Solo desenmascarando los peligros y problemas, podrán estos ser superados. Esperemos que estos problemas no sean más poderosos que la posibilidad y voluntad de superarlos…… pero ir al encuentro con el peligro es lo emocionante de la aventura del pensamiento, y la crisis si algo tiene de positivo, es que abre nuevos horizontes y perspectivas para la marcha de la historia.

El irracionalismo amenaza con sumergirnos de nuevo en la "barbarie", la sabiduría no tiene condiciones propicias para crecer, pero sin lugar a dudas, eso no debe evitarnos intentar sembrarla, para así en algún momento, tal vez dentro de varios años, poder retirar la cosecha para beneficio de las generaciones del porvenir.
no olvidemos que:
¡Este sistema debe ser superado!
¡No temamos a la muerte en la lucha, vivir como estamos viviendo es peor que la muerte!
¡Es mejor morir de pie que vivir arrodillados!!

sábado, 10 de abril de 2010

fraces para tener en cuenta......

"El hombre razonable se adapta al mundo. El irrazonable persiste en intentar adaptar el mundo a si mismo. Por lo tanto, el progreso depende del hombre irrazonable."
George Bernard Shaw

• *La esperanza es el único bien común a todos los hombres. Los que todo lo han perdido la poseen aún. **TALES de MILETO*

• *Vale más actuar exponiéndose a arrepentirse de ello, que arrepentirse de no haber hecho nada. Giovanni Boccaccio*

• *No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande. William Shakespeare*

• "Gran parte de las dificultades que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes, llenos de dudas." Bertrand Russell

El progreso y el desarrollo son imposibles si uno sigue haciendo las cosas tal como siempre las ha hecho. **DYER, Wayne W.*

El objeto de la educación es formar seres aptos para gobernarse a sí mismos, y no para ser gobernados por los demás. **SPENCER, Herbert*

• *No busquemos solemnes definiciones de la libertad. Ella es sólo esto: Responsabilidad. **George Bernard Shaw*

viernes, 2 de abril de 2010

10 mandamientos no-religiosos

1. No hagas a otros lo que no quieras que te hagan. No esclavizarás ni abusarás absolutamente de nadie.
2. No pases por alto la maldad ni te acobardes al administrar justicia, pero disponte siempre a perdonar el mal hecho si media el arrepentimiento.
3. Prueba todas las cosas: revisa tus ideas frente a los hechos y prepárate para descartar incluso las creencias más arraigadas.
4. Respeta el derecho de los demás a estar en desacuerdo contigo.
5. Fórmate opiniones independientes basadas en tu razón y en tu experiencia: no permitas ser manejado.
6. Cuestióna todo lo que que no este rigurosamente demostrado.
7. Disfruta de tu vida sexual (en tanto no hagas daño a nadie) y deja a los demás que disfruten de la suya.
8. No adoctrines a tus hijos. Enséñales cómo pensar por sí mismos y cómo estar en desacuerdo contigo.
9. Protegerás el medio ambiente, te alimentarás sanamente y te ejercitarás con frecuencia.
10. Los hombres y mujeres tendrán los mismos derechos y la misma dignidad.

domingo, 28 de marzo de 2010

La discriminación en tiempos de crisis

En los últimos tiempos nuestra sociedad se encontró
invadida por un sentimiento de inseguridad cuyo correlato natural es
la sensación de vulnerabilidad ante un futuro que se presenta como
incierto y problemático. La inseguridad generalizada, ese sentimiento
de estar al borde del abismo, es producto del impacto que la crisis
social proyecta en la subjetividad de los actores expresándose como:
el miedo a la decadencia social, al desamparo, y a perder el empleo
haciendo que circule, en estos tiempos de desazón, una sensación de
angustia social como el resultado ineludible ante el riesgo que
impone la vida social.
Consideramos que la crisis de lo social deviene de un proceso de
ajustes estructurales que abarca transformaciones económicas y
estatales que implican cambios socialmente regresivos, como ser: la
fragmentación de la estructura social, la creciente polarización en la
distribución del ingreso, el aumento de la marginalidad y la exclusión
social, la precarización del trabajo, y el aumento del desempleo.
Esto genera incertidumbres y malestar en las poblaciones.(especialmente en las nativas que ven su situacion como decadente)
Lanueva situación social se caracteriza por ser un tiempo en donde se
desatan las ligaduras que usualmente unían a los individuos en la
sociedad y les daba su identidad, es, pues, el resultado de un
proceso sociohistórico que deterioró la condición salarial y la
cohesión social amenazando con fracturar a la sociedad misma. La "invasión extranjera" es vista como una peligrosa amenaza par5a la cultura y la economia.
Pero es posible que lo que ha hecho fundamentalmente la crisis
haya sido barrer con cierta representación del progreso, quebrando
la idea fundada en la confianza de que el mañana será mejor que
hoy, y minando la creencia en una linealidad temporal que avizora la
continuidad del presente como prosperidad futura. Y efectivamente,
la realidad social niega para un gran conjunto de la sociedad las
intenciones y anhelos de progreso, haciendo entrever la decadencia
social como el peligro cierto que acecha en el horizonte cercano
De hecho, en los últimos tiempos nuestra sociedad se encontró
invadida por un sentimiento de inseguridad cuyo correlato natural es
la sensación de vulnerabilidad ante un futuro que se presenta como
incierto y problemático. La inseguridad generalizada, ese sentimiento
de estar al borde del abismo, es producto del impacto que la crisis
social proyecta en la subjetividad de los actores expresándose como:
el miedo a la decadencia social, al desamparo, y a perder el empleo
haciendo que circule, en estos tiempos de desazón, una sensación de
angustia social como el resultado ineludible ante el riesgo que
impone la vida social.
Es precisamente en este contexto donde entran a jugar un papel importante las representaciones sociales discriminatorias.
El discurso discriminatorio deviene de un proceso de perdida y reconstrucción
imaginaria del sentido, en donde el prejuicio se construye en base a
la creación de la figura mítica de un enemigo al que se lo culpabiliza
y estigmatiza. Así, las representaciones sociales discriminatorias
funcionan como una forma de generar un conjunto de certezas
tendientes a producir un acervo cognitivo que, en tanto sistema de
referencia, permite a lo sujetos interpretar la realidad social,
describir los hechos, los sujetos, los grupos y los distintos
fenómenos sociales que interactúan. Estas representaciones no sólo
hablan del sujeto discriminado, sino que hablan de la sociedad en su conjunto, en la
medida que se representa ese sujeto en torno a los distintos De tal modo que para ciertas personas el malestar social
encuentra su explicación, al menos en parte, en la presencia de los
inmigrantes, capaces de funcionar aquí como “chivos expiatorios”
hacia los cuales se proyecta las frustraciones y miedos que la crisis
provoca. Selos acusa de "todos" los males sociales, Pero a decir verdad, este tipo de representaciones que indican a los inmigrantes como los responsables del desempleo y la inseguridad muestra en el fondo un testimonio sobre el miedo, la
angustia y la incertidumbre que la crisis social genera.
Así, se crea una serie de asociaciones semánticas en torno a la
noción de “inmigrante” relacionándolo con el delito, la marginalidad,
la desocupación, la corrupción, el robo, la explotación y la usura. Lo
que indica un significante sumamente elástico capaz de acoger una
multiplicidad de significados designando al “otro” como una
amenaza. Algunos autores denominan esto como una “psicosis de
inmigración”, una de las características esenciales del racismo, esto
es: “su capacidad de amalgamar en una causa única, circunscripta
por medio de una serie de significantes derivados de la raza o de sus
equivalentes más recientes, todas las dimensiones de la “patología
social” . El “otro” es, entonces, el que usurpa los escasos puestos de
trabajo y usufructúa la riqueza nacional, evocando así la idea de una
ocupación arbitraria de un espacio social en donde se desplaza del
mismo a sus legítimos dueños. De hecho, cuando los inmigrantes se
convierten en un enemigo, el nativo pasa a jugar un papel de
victima de ciertas fuerzas externas a las que hay que controlar y,eventualmente, se deben crear ciertos mecanismos de defensa para
salvaguardar a los propios. En otras palabras, el “otro” es alguien
que hay que evitar, apartar de la competencia laboral o echar a fin
de purificar el cuerpo social. En muchos casos, la intención
manifiesta de discriminar a los inmigrantes (ya sea controlando su
participación en la sociedad o segregándolos de la misma) no es
asumido por los agentes como una actitud autoritaria e intolerante,
sino que es presentada como una solución justa en virtud de las
circunstancias del caso, revelando a la discriminación como un
derecho que se ejerce en legítima defensa. Así, la respuesta
discriminatoria se convierta en el devenir lógico, o la consecuencia
“natural”, ante el supuesto problema que acarrea la inmigración.
Ahora bien, el discurso discriminatorio no se fija en los
inmigrantes por algún mecanismo misterioso, sino que el racismo
comprende parte del trasfondo sociocultural e histórico de nuestra
sociedad. El pensamiento social discriminatorio está inscripto en una
estructura latente que emerge en nuevos contextos, lo que
demuestra que el racismo no surge de la nada y sin precedentes ni
orígenes. En el momento preciso en el que las necesidades de la
hora lo requiera, la acción política invoca a los antiguos espíritus
para que éstos resuciten de su letargo; así, el pasado se hace
presente y la historia se repite, al menos como “farsa”, haciendo que
persistan las viejas retóricas del discurso discriminatorio.
Indicar a los inmigrantes como los responsables de los males
internos forma parte de una asociación significante de larga data y
de gran circulación en el seno del discurso político y en la legislación
del Estado. El caso mas significativo y conocido es el del Nazismo pero existieron varios ejemplos de discriminacion generalizada como respuesta a la crisis social. Pues el odio al extranjero , "al otro", es una respuesta a la profunda crisis social. La intolerancia se activa cuando estamos sumergidos en la miseria.
Sin embargo la discriminación social no sólo comprende un
dispositivo que tiende a excluir al “otro” del colectivo nacional, sino
que también mantiene a éste en un plano de inclusión pero bajo
formas de desigualdad que son el asiento de prácticas de poder, de
dominación y de sobreexplotación. Una labor que se rige
fundamentalmente bajo una lógica de la desigualdad; es decir, el
“otro” no es sólo diferente y extraño sino que, además, no se
encuentra en un mismo plano de igualdad que “nosotros”, ocupando
así un lugar subordinado en un orden imaginario. Acción que
legitima, en ciertos casos en forma directa y en otras
indirectamente, diversas formas de violencia (ya sea física o
simbólica), a partir de las cuales se le impone al “otro” un trato
diferencial. (el sistema necesita inmigrantes pues a estos se les paga menos por ser "inferiores", de esta manera aumentan las ganancias los capitalistas)

No seas ingenu@ la culpa de los males sociales no es de los extranjeros sino del sistema social en que vivimos , no le eches la culpa de tus problemas a los que son victimas como vos de la exclución, malestar y miseria que genera el capitalismo. Mejor intenta cambiar el sistema luchando junto a tus "iguales" (humanos-oprimidos) para poder vivir en armonia con tus hermanos diferentes.

**este ensayo esta Basado en un texto del sociologo Fernando perez.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Utopia

Ella está en el horizonte, me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar.
_Eduardo Galeano.

¿para que sirve un ideal ? mejor respuesta que esta hasta ahora no encontre, solo sirve para caminar , para avansar despacito hacia una meta "inalcanzable". Pero caminando tarde pero seguro llegaremos a la meta. ¡no dejemos de caminar! no debemos detenernos , sigamos creyendo en las utopias y en los grandes ideales terrenales, no perdamos la fe en la humanidad!!

Muertos estan todos los dioses ahora queremos que viva el superhombre!!

sábado, 13 de marzo de 2010

¿es violento el anarquismo?

Has oído decir que los anarquistas tiran bombas, que creen
en la violencia y que la anarquía significa el desorden y el caos.
No sería extraño que lo creyeses así. La prensa, el clero y
todos los que tienen autoridad te lo repiten constantemente.
Quiero hablarte honrada y francamente y tienes mi palabra de
que lo haré así, pues yo soy precisamente uno de esos anarquistas a
quienes se señala como partidarios de la violencia y la destrucción.
Yo debería saberlo, pues, bien; creo no tener nada que ocultar.
“Luego, ¿realmente significa el anarquismo desorden y
violencia?”
No, amigo mío, son el capitalismo y el gobierno los que están
a favor del desorden y la violencia. anarquismo es el otro lado
de la moneda, significa orden sin gobierno y paz sin violencia.
Si bien los anarquistas hemos empleado a veces la violencia, ¿quiere esto, necesariamente, decir que el anarquismo es violento?
La verdad es que en cada país, en cada movimiento social, la
violencia ha sido, desde tiempo inmemorial, arte y parte en la lucha.
Hasta el Nazareno, que vino para predicar su evangelio de paz,
recurrió a la violencia para arrojar del templo a los mercaderes.
Como he dicho, los anarquistas no tienen el monopolio de
la violencia. Al contrario, las doctrinas anarquistas son de paz
y armonía, de no invasión, de sacralización de la vida y la
libertad. Pero los anarquistas son seres humanos como el resto
de la humanidad, y puede ser que lo sean más. Son los más
sensibles a la maldad y a la injusticia, prestos a reaccionar contra
la opresión, y por lo tanto, expuestos a tener que expresar
su protesta, ocasionalmente, con un acto violento. Pero tales
actos son expresión del temperamento individual, y no consecuencia
de una teoría en particular.
Podrías preguntar si el tener ideas revolucionarias no influirá
en una persona encaminándola a realizar actos violentos. Yo no
lo creo, porque la historia nos muestra que también los métodos violentos
son empleados por personas de fervientes opiniones conservadoras. (nazismo , ultra-catolicos, dictaduras contrarrevolucionarias, etc)
Si personas de tendencias políticas opuestas cometen
actos semejantes, es poco razonable decir que sus ideas son responsables
de dichos actos.
Que algunos anarquistas recurran al terrorismo no implica que sea el anarquismo una corriente violenta, seria como decir que todos los cristianos son violentos por que muchos catolicos son simpatizantes del exterminio de los que piensan diferente.
La lucha por la liberacion puede llegar a ser violenta, pero no necesariamente se busca ser violentos en la lucha. A los revolucionariso le gustaria liberar al pueblo pacificamente pero los contrarrevolucionarios son los violentos que se resisten a entregar sus privilegios y poder por las "buenas", es entonces que los revolucionarios tienen que recurrir a la violencia para acabar con la violencia que implica la desigualdad, opresión, pobreza e injusticia que defienden los poderosos.
Los revolucionarios no quieren derramar sangre , pero muchos deben perecer para que podamos florecer
.

***basado en un texto de Berkman con algunos retoques mios (la primera parte es del texto ABC del anarquismo y el ultimo parrafo es obra mia)

sábado, 6 de marzo de 2010

Fragmento del ABC del comunismo libertario. ( Alexander Berkman)

No son las fechorías y los crímenes que la ley pena las que
causan mayor daño en el mundo. Son los males legales y los
crímenes no penados, justifi cados y protegidos por la ley y el
gobierno, los que colman de indigencia y miseria al globo, de disputas
y confl ictos, de lucha de clases, matanzas y destrucción.
Oímos mucho acerca de criminales y de crímenes, sobre
atracos y robos, sobre atentados contra las personas y la
propiedad.
Las columnas de la prensa diaria vienen abarrotadas con tales
informaciones. Esto se considera como la “noticia” del día.
Pero, ¿oyes mucho acerca de los crímenes de la industria y de
los negocios capitalistas? ¿Te dicen los periódicos algo sobre el
constante robo y hurto que representa la bajada de los salarios
y el alza de los precios? ¿Escriben mucho sobre la extensa miseria
causada por la especulación mercantil, por la adulteración
de alimentos, por las mil y una formas de extorsión, fraude y
usura, sobre los que fl orecen los negocios y el comercio?
¿Te dicen las maldades, la pobreza, los corazones rotos y
arruinados, la enfermedad y muerte prematura, la desesperación
y el suicidio que siguen como procesión natural y constante
tras la estela del sistema capitalista?
¿Te informan de la afl icción y de la angustia de los miles que
son arrojados al desempleo, sin que nadie se interese si viven o si
mueren? ¿Te hablan de los salarios de hambre con que se paga a
mujeres y muchachas en nuestras industrias, que conduce a muchas de ellas a prostituir sus cuerpos paraganarse la vida a duras penas? ¿Te informan cómo el capitalismo mantiene un ejército de “desempleados”, presto a enrolarlo
para que se coma tu pan, si tú vas a la huelga por mejor paga?
¿Te dicen que el desempleo, con todo su dolor, sufrimiento y
miseria es debido al sistema capitalista? ¿Te dicen ellos que el
esfuerzo y el sudor del esclavo del salario acuñan los beneficios
del capitalista?
¿El cómo son ofrendados a la voracidad de los amos de la
industria la salud del obrero, su cerebro y su cuerpo? ¿Te dicen
cómo el trabajo y las vidas son desperdiciados en la estúpida
competencia capitalista y en una producción sin plan?
Es verdad que te dan una gran cantidad de información
sobre crímenes y criminales, hablándote de la “maldad” y la
“perversidad” del hombre, especialmente las clases “bajas”, los
trabajadores. Pero no te dicen que las condiciones capitalistas
producen la mayor parte de los daños y crímenes que sufrimos,
y que el capitalismo es, por sí mismo, el mayor de los crímenes;
que devora más vidas en un solo día que todos los asesinos juntos.

¿Quién causa más miseria: el rico fabricante reduciendo el
jornal de millares de trabajadores para aumentar sus beneficios,
o el desempleado que hurta algo para no morirse de hambre?
¿Quién comete mayor daño: la esposa del magnate industrial
derrochando un millar de dólares en un collar de plata para su
perro faldero, o la mal pagada muchacha que en una sección del
almacén del magnate no puede resistir la tentación y se apropia
de algo en un descuido?
¿Quién es más criminal: el especulador que acapara el trigo y
hace un millón de dólares de benefi cio elevando el precio del pan
del pobre, o el vagabundo sin hogar que comete algún hurto?
¿Quién es más enemigo del hombre: el insaciable barón del
carbón, responsable directo del sacrifi cio de vidas humanas en
sus mal ventiladas y peligrosas minas, o el hombre desesperado
culpable de asalto y robo?

El problema no son los pobres, ni los delincuentes, ni el "mal" propio de la naturaleza de los seres humanos , sino que es el sistema que crea pobres, asesinos, psicopatas,ladrones y seres "malvados"!!!
El mayor mal es el sistema capitalsita , no seas complice, rebelate!!